Esta es una carcaza de lavadora embarazada de cartones de envolver manzanas y por esta razón lanzada a la calle, expuesta al desprecio público... como si estuviéramos a principios del siglo XX y en la época de mi abuela.
La carcaza de la lavadora no quería que la vieran... Transitan a su lado cientos de peatones, la miran como basura, cosa inservible, objeto incómodo que nadie quiere llevarse. Pero yo, en mi afán hice caso omiso pues debía tomarle unas fotos pasara lo que pasara, incluyendo que me llevaran presa por fotografiar una carcaza inservible. Al poner en entredicho el interés político que tal acción podría tener, como objetivo radical de una denuncia, me ubicaba a todas luces en un estado singular de sospechosa indulgencia. Por ello disimulé, como si mi interés estuviera en los graffitis del fondo.
Los objetos se liberan al dañarse a sí mismos, ya por estrés a causa del sobre uso, o porque llegaron otros aparatos más jóvenes y mejor diseñados, otras veces por rebeldía al trabajar sin recompensa y malos tratos, por eso dicen silenciosamente "!Se acabó! !Hasta aquí llegué!". Luego, como es el caso, se embarazan de cartones intentando infructuosamente de volver a ser queridos, deseados, entonces me da por pensar en las montañas de aparatos inservibles que están haciendo paisaje en múltiples espacios no-me-mires en el mundo.
