domingo, 15 de enero de 2012

ANTIGUO COLEGIO DE LA ASUNCIÓN. Calle José Murphy, 4. Santa Cruz de Tenerife.

En honor a todas las niñas con las que jugué en el recreo y estudié en el Colegio de la Asunción. Y en honor a todas esas las mujeres asuncionistas que hoy, amorosamente, me permiten construir lazos de amistad junto a ellas.

   Una tarde de enero de 2012 quise fotografiar la muñeca con la que jugué hace más de cincuenta años en Santa Cruz de Tenerife, lugar donde vivimos un año. A papa lo envió el gobierno de Rómulo Betancourt, Presidente de Venezuela, a las Islas Canarias como Adjunto del Agregado de Inmigración del Consulado de Venezuela en España.
     Con la cámara fotográfica, subo a un alto de la casa que sirve como desván; tengo prisa pues apenas tengo dos horas. Busco la gran maleta de hule o plástico donde están guardadas las muñecas. Mamá en aquellos años, 1959 y 1960, le mandó a hacer a las muñecas los uniformes del Colegio de la Asunción, a saber, uniforme de invierno y de verano, uniforme de gimnacia, el babi o guardapolvo, el traje de 1a. Comunión (idéntico al de mi hermana y al mío), el traje de maga o traje típico de Canarias, además de un impermeable o gabardina que tal vez fue un invento de mamá pues nadie recuerda de dónde surgió la idea.
     Me impacta al abrir la enorme maleta, después de luchar con los cierres pegados por el tiempo y el polvo, los trajecitos, y luego las muñecas. Al agarrar mi muñeca se partió en dos por la cintura, el plástico estaba vencido por la presión de la ropa, los cambios de temperatura, la humedad, y yo diría que por el tiempo... todo su mecanismo quedó al aire y recordé que hace mucho yo intentaba descubrir cómo era por dentro, intento nada fácil pues los brazos y las piernas estaban muy bien sujetos. Me dolió esa fractura pues era la muñeca que yo quería fotografiar. En vista de lo sucedido busqué otra muñeca, elegí la que había sido de mi hermana, la cual a pesar de tener un ojito medio echado a perder al menos estaba entera; la vestí, seleccioné los vestiditos y me fui a un sector donde entra buena luz para comenzar la sesión fotográfica... trabajaría con las cosas como estaban.
     Con el pasar de las horas se produjo algo inesperado, comenzaron a surgir muchos recuerdos, eran imágenes discontinuas de ese tiempo que vivimos en Santa Cruz de Tenerife, recuerdos de  cosas distintas. Llegó un momento en el que me sobrecogió un alud de recuerdos: palabras de mi madre ya fallecida, la visión de mis muñecas, pequeños fragmentos del colegio, de pronto me inundó una sensación indescriptible. Es aquí cuando tomo la decisión de escribir y poner en palabras esas sensaciones e imágenes presentes y pasadas, cargadas de mucha emoción y nostalgia, también decido intervenir las fotos de la cara de la muñeca hasta darle un acabado que simula pintura. Como me dice una amiga en relación a este capítulo del blog "Tú pones afuera algo que tal vez nunca llegue a estar afuera."

2 comentarios:

María Antonieta Arnal Parada dijo...

Es algo muy personal y a la vez muy profundo. El diálogo con la muñeca es un poco fuerte. Hay que leerlo varias veces. Muy conceptual.

Anónimo dijo...

Es maravilloso tu escrito pero demasiado duro...